Preside el templo un Cristo grande, sostenido sobre el altar que llama la atención, pero un Cristo
que acoge, que abraza con su amor y misericordia. Un Cristo protagonista, que termina siendo la
belleza del lugar, junto a los vitrales. Son parte de su encanto”, indica fray William (Agostinos).
Este particular templo cumplió treinta años, luego de su reforma en 1991, mientras que la primera
misa se celebró en 1949, en la antigua capilla del mismo lugar.